En 2019, cuando nadie en la Argentina ni en la región hablaba de tokenización, cuando la palabra blockchain sonaba a jerga lejana de tecnólogos y criptógrafos, Pablo Rutigliano ya estaba trabajando en silencio en un modelo que transformaría para siempre la economía real. Mientras otros repetían viejas fórmulas del mercado financiero tradicional, él pensaba en cómo llevar la trazabilidad digital al corazón de los proyectos productivos, para dotarlos de transparencia, financiamiento genuino y democratización del capital.
En 2020, en plena pandemia y con un mundo en crisis, esa visión se convirtió en una realidad institucional con la creación de Atómico 3, la primera plataforma de tokenización de activos mineros de América Latina. Allí, junto a la Cámara Latinoamericana del Litio que él mismo fundó y preside, comenzó a desplegar un sistema que hoy el mundo entero discute: la blockchain como contabilidad del siglo XXI, los tokens como activos no negociables y la trazabilidad como garantía de transparencia. Lo que parecía una utopía se transformó en un modelo que muchos hoy copian.
Sin embargo, la historia tiene otra cara. Por haber sido pionero, hoy Rutigliano es atacado con saña. Periodistas ensobrados, grupos de intereses enquistados en la minería, cámaras empresariales y hasta organismos del Estado se han alineado para difamarlo, mentir sobre su trabajo y desacreditar a Atómico 3. ¿Por qué? Porque se quieren quedar con el negocio.
La causa penal 3309/23 ya le dio la razón a Rutigliano. Allí denunció la subfacturación del carbonato de litio y el contrabando que significaron una pérdida de 4.300 millones de dólares para la Argentina. El Juzgado Penal N.º 4 dejó escrito en blanco y negro que lo que él venía advirtiendo no era un discurso, sino un hecho probado en la Justicia.
Desde ese momento, la reacción de la casta minera fue feroz. Armaron campañas mediáticas con acusaciones falsas sobre holders inexistentes, financiaron periodistas pagos, montaron un aparato de difamación con apoyo de cámaras empresarias y organismos estatales. La Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), la Secretaría de Minería de la Nación, la Comisión Nacional de Valores y hasta estudios privados como Marvel Farwell se alinearon en defensa de los intereses de un sector cartelizado y monopolizado, que hace apenas tres años decía que “el litio no era un commodity” y que “la tokenización era inviable”. Hoy, los mismos que negaban y descalificaban, repiten en conferencias y entrevistas que “la tokenización es viable”. Es una burla descarada.
Miren los recortes periodísticos de esos años y verán las contradicciones. Ahí están, impresas, sus palabras negando el litio como commodity y descalificando la transparencia en blockchain. Hoy, esos mismos actores hablan de tokenización como si fuera un invento propio, escondiendo que su único objetivo es apropiarse del negocio que antes despreciaban y que ahora ven como la llave del futuro.
La respuesta a este doble discurso ya está en marcha. Pablo Rutigliano y Atómico 3 presentaron la causa penal 36601/25 contra quienes difamaron, atacaron y usaron al Estado como herramienta de persecución. En los tribunales argentinos se verá, una vez más, lo que ya quedó demostrado en la causa 3309/23: que hubo contrabando, que hubo subfacturación y que la Argentina perdió miles de millones de dólares.
¡Ay, Caem, Caem! ¿Cuánto tendrás que responder ante la Justicia? Lo mismo la Comisión Nacional de Valores, la Secretaría de Minería de la Nación y quienes desde estudios privados como Marvel Farwell prestaron su firma para encubrir a la casta minera. La historia es clara: primero combatieron a Rutigliano, luego lo imitaron, y finalmente tendrán que enfrentarlo en el único terreno donde no valen los sobres ni las operaciones mediáticas: los tribunales.
Pablo Rutigliano, hoy, va hasta las últimas consecuencias. No negocia, no se calla, no se esconde. La lucha que inició en 2019, cuando nadie hablaba de tokenización, ahora es pública y visible, y la dará donde corresponda: en la Justicia. “Si tengo que morir acá, muero acá”, dice. Y no es una frase hecha: es la declaración de alguien que sabe que abrió un camino que nadie podrá cerrar, porque la transparencia y la trazabilidad ya no son ideas; son realidades que el mundo entero adoptará.
La paradoja está servida. El hombre que primero habló de tokenización, que imaginó la blockchain como el gran registro transparente de la economía, es hoy atacado por los mismos que copiaron su discurso y que intentan apropiarse del negocio del litio. Pero la historia se repite: primero lo combatieron, luego lo imitaron y finalmente deberán reconocerlo. El relato de la casta minera tendrá que enfrentar un terreno donde no valen las operaciones ni los favores: los tribunales argentinos. Allí, como ya ocurrió en la causa 3309/23, la verdad se impondrá sobre la mentira
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