La desdolarización del comercio internacional es tema recurrente en medios de todo el mundo, datos oficiales certifican que el pasado mes de abril, la moneda china (el yuan), superó al dólar estadounidense como la más usada en negocios transfronterizos. Un panorama complejo obliga a preguntar si se avecina una nueva arquitectura financiera y cuáles serían los nuevos protagonistas.
El impacto global de la manipulación de mercados por parte de EEUU, y sus aliados económicos y militares, a través de medidas coercitivas contra grandes actores económicos mundiales, y más recientemente la pérdida de confianza en la capacidad del Estado estadounidense para anteponer el bien común a intereses partidistas en la pugna por la Casa blanca, sede del Gobierno de EEUU, que evidenció el drama para elevar la capacidad de endeudamiento en ese país, parecen pasar factura al dólar.
Mientras, el llamado grupo de países BRICS, que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, habla de una moneda común; y en América del Sur pactan fórmulas exentas de billetes verdes. Sin duda, pareciese configurarse una rebelión contra el poder centralizado de la principal divisa fiat, y pareciera acercarse el ascenso de otras monedas, cuyo valor no dependa de los devenires políticos o de las estrategias de un solo polo de poder.
Monedas como el yuan, el rublo de Rusia y la rupia de India se perciben como denominaciones factibles para ahorrar capitales y comerciar entre países, y es noticia cotidiana pactos bilaterales o multilaterales para no pasar por la arquitectura del dólar y del sistema SWIFT (siglas en inglés de Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales), principal red internacional de comunicación entre bancos y otras entidades financieras.
Sobre esa base, economías emergentes, cuyos mayores exponentes están en el BRICS, se alejan del constructo que otorga poder al dólar y a quienes controlan su emisión, lo cual vaticina un vacío que alguien, o algunos, deben llenar.
Si descentralizar es la meta, las cripto son una opción
Siendo la centralización del poder financiero en manos de unos pocos el motivo esgrimido para buscar opciones, nuevas monedas se abren camino, entre ellas criptodivisas o monedas digitales desarrolladas basadas en la tecnología de cadenas de bloques (blockchain), que pueden ser consideradas candidatas ideales.
Según datos de Statista, las criptomonedas han experimentado un importante auge en los últimos tres años en países como Estados Unidos, Brasil o Alemania. En España, el 16% de los encuestados afirmaba usar o poseer criptomonedas en 2021/2022, frente al 10% de 2018/2019.
La principal razón esgrimida por los actores que buscan nuevas fórmulas financieras es independizarse de los efectos de decisiones que perciben como arbitrarias, y apuestan por la descentralización del sistema monetario mundial. Esto último ya ha sido discutido como alternativa viable en libros como El Patrón Bitcoin, de Saifedean Ammous, un libro de lectura obligatoria para entender el papel del dinero y de Bitcoin en el futuro de la economía.
No quieren usar dólares
Por su partte, el pasado jueves 1 de junio, se celebró en Sudáfrica la reunión ministerial BRICS, previa a la cumbre presidencial en agosto, con el tema central de relaciones con África.
En la reunión de ministros de Exteriores del bloque se debatió el posible lanzamiento de una moneda común del grupo y un representante sudafricano subrayó que antes sería necesario sustituir el dólar por las monedas nacionales en el comercio e inversiones mutuas.
Por parte de Rusia, el canciller Serguéi Lavrov, señaló que hay “un entendimiento para aumentar el uso de monedas nacionales en transacciones entre países de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)”, que agrupa a China, Rusia y otros cuatro países ex integrantes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Señaló también que para sustituir al dólar se puede “aplicar las prácticas que ya se están formando en el marco del Banco Euroasiático de Desarrollo, el Banco Asiático para la Reconstrucción y el Desarrollo y en el marco del Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS”.
El comercio del petróleo también está en juego
Adicionalmente, se pudo conocer, según informó el diario estadounidense, The Financial Times, que Arabia Saudita, uno de los países más importantes en la esfera petrolera mundial, mantiene negociaciones con el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS para convertirse en el noveno miembro.
“En Oriente Medio concedemos gran importancia al Reino de Arabia Saudita y actualmente mantenemos un diálogo cualificado con ellos”, indicó la entidad financiera al periódico.
Por su parte, el país con las mayores reservas comprobadas de petróleo del mundo, Venezuela, propuso durante una reunión celebrada en Brasil el 30 de mayo entre los mandatarios de las 12 naciones de América del Sur, integrarse al BRICS, a lo cual el presidente del país anfitrión, Luiz Inacio Lula Da Silva, aseguró que apoyaría la petición.
Al día siguiente, Rusia y China reaccionaron a la propuesta venezolana señalando su beneplácito por la posible adhesión de dicho socio energético al bloque.
Desde Moscú, el responsable para América Latina del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Alexandr Schetinin, indicó que el propósito de Venezuela por sumarse al bloque de economías emergentes evidencia la autoridad en aumento del BRICS en el mundo.
Desde Beijing, la vocera de la cancillería china, Mao Ning, dijo que “China da la bienvenida a más socios de ideas afines para que se conviertan en parte de la familia BRICS en una fecha próxima”.
In response to Venezuela's willingness to join BRICS, Mao Ning, spokesperson for the Chinese Foreign Ministry, said Wednesday that China has always advocated for the BRICS group to be an open and inclusive mechanism and supports the process of BRICS expansion. "We welcome more… pic.twitter.com/cChPeZCzzm
— Global Times (@globaltimesnews) May 31, 2023
El papel de Argentina en la nueva economía
Esa misma semana, el viernes 2 de junio, el Gobierno de Argentina y el de China concretaron acuerdos económicos, entre los que destaca la renovación por tres años del swap de divisas bilateral, que es un acuerdo financiero para intercambiar pagos de capital e intereses a través de sus propias monedas por el equivalente a 19.000 millones de dólares.
El titular de Finanzas de la nación suramericana, Sergio Massa, señaló la reunión en Beijing de su Gobierno con autoridades del Banco Popular de China, del Banco de Desarrollo, del Ministerio de Finanzas y de Aduana, para renovar y ampliar el swap con China y avanzar en la modificación del protocolo para la regionalización de las exportaciones avícolas”
Explicó que el swap con China les permite eludir el uso del dólar con el objetivo de consolidar relaciones comerciales binacionales y “seguir cuidando las reservas de divisas y aumentar las exportaciones para vender cada vez más trabajo argentino al mundo”.
También avanzamos en la apertura al mercado chino de nuevos productos como el maíz, frutos secos y sorgo, potenciando un intercambio comercial directo en yuanes, que provea nuestros alimentos para los 800 millones de habitantes chinos que, se estiman, pasarán a ser clase media. pic.twitter.com/zzoTUWbzgA
— Sergio Massa (@SergioMassa) June 2, 2023
El convenio renovado entre Buenos Aires y Beijing permitirá a Argentina dejar de pagar en dólares las importaciones desde China, ya así mantener las reservas de su Banco Central, reseñó al respecto Los Angeles Times.
El diario estadounidense señala que la escasez de dólares y la dificultad para adquirirlos es “uno de los puntos flacos de la economía del país” suramericano, sometido a medidas restrictivas por el Fondo Monetario Internacional a propósito de un endeudamiento por concepto de 276 mil millones de dólares a finales del 2022. El Estado nacional suma un total de pasivos externos de 147.784 millones, de los cuales una tercera parte se explica por el crédito otorgado por el FMI.
“Argentina ya había anunciado a fines de 2022 un acuerdo con China para la ampliación de ese mecanismo, que permite el intercambio de un monto de efectivo denominado en sus respectivas monedas”, reseñó el periódico y abundó explicando que el año pasado el Gobierno de Alberto Fernández, actual jefe de Estado argentino, “destacó que esos fondos podrán utilizarse libremente para habilitar importaciones que estaban restringidas o frenar corridas cambiarias”, que es otro peligro que se suma al uso del dólar.
Pelea doméstica en EEUU habría erosionado más al dólar
El reciente episodio de discordia respecto a elevar el llamado ‘techo de la deuda’ en EEUU, protagonizado por las dos principales toldas políticas del país, por un lado el Partido Demócrata; a la cabeza del Ejecutivo a través del presidente Joseph Biden, y por el otro, el Partido Republicano, principal oposición que controla la Cámara de Representantes del Congreso de esa nación, habría erosionado la confianza en el dólar.
Y es que el estresado mercado financiero, los ciudadanos y las empresas en EEUU, que ya enfrentaban la presión de una crisis por inflación no vista en 40 años, fueron arrastrados a una nueva amenaza, esta vez con tintes políticos-partidistas de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
La situación, que se resolvió el viernes 3 de junio, siendo el plazo para un inédito impago por parte del Gobierno federal de EEUU el lunes 5, a dos días del límite, ocurrió a partir de que la cámara baja del Congreso supeditara elevar la capacidad de endeudamiento del Gobierno a recortes presupuestarios que limitarían a Biden en impulsar promesas con las que espera ser reelecto en 2024.
Laurence Fink, director ejecutivo (CEO) de BlackRock, una de las administradoras de fondos más grandes del mundo, señaló durante una conferencia organizada por el Deutsche Bank el miércoles 30 de mayo en Frankfurt, Alemania, que EEUU arriesgó el estatus del dólar como moneda de reserva.
“Estamos erosionando parte de esa confianza (en el dólar estadounidense) que a largo plazo necesitamos rectificar y reconstruir” advirtió el CEO de la gigantesca financiera privada, reseñado por Reuters.
Entretanto la agencia Bloomberg citó a Fink asegurando que “la Fed (Reserva Federal de EEUU, ente emisor del dólar estadounidense) no ha terminado” de elevar su tipo de interés y que en EEUU “la inflación sigue siendo demasiado fuerte, demasiado resistente”, lo que obligará a la Reserva Federal a aumentar las tasas entre 200% y 400% más.
Tal escenario interno y externo de la economía estadounidense apunta a la agudización de la crisis del dólar a mediano, e incluso corto plazo, y perfila la posible migración de los capitales hacia opciones alternativas, en algunos casos independientes de devenires políticos o partidistas, entre las que podrían colarse los criptoactivos.
El peso del BRICS
Según datos de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, combinadas “concentran el 40% de la población mundial, el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) y más de un tercio de la producción mundial de cereales”.
La capacidad para producir y para consumir del BRICS cuenta con las dos naciones más pobladas del planeta.
Según datos de marzo de 2023 emitidos por Naciones Unidas (ONU) India, con 1.428 millones de habitantes, sobrepasa a China como país más poblado del mundo, mientras que Rusia ‘la R del Brics’ es el país más extenso sobre la faz de la tierra, con 17,1 millones de kilómetros cuadrados, China pasó a ser segundo país más poblado, con 1.425 millones de habitantes, y Brasil y Suráfrica, son las economías y los mercados más poderosos en sus regiones.
A pesar de la aguda crisis que también atraviesa la economía de China y Rusia, bien por conflictos políticos, territoriales, económicos y sociales; o por su administración poco regular de fondos públicos, sumados a la alta corrupción señalada en distintos informes de Transparencia Internacional, las dos mega potencias constituyen el principal contrapeso a la hegemonía occidental. El uso de sus monedas han visto un crecimiento exponencial en el comercio internacional, especialmente de materias primas en África y Latinoamérica.
Las ‘sanciones’ y sus implicaciones
EEUU es, sin lugar a dudas, la mayor economía del globo. La capacidad de compra de su mercado y su industrialización la hacen la más poderosa en términos financieros, y su Reserva Federal supervisa desde 1913 la política monetaria del país, en otras palabras, imprime los dólares con que comercia el planeta.
No es un fenómeno reciente que la Casa Blanca eche mano del privilegio de ser quien emite la ‘moneda estándar’ para imponer condiciones al mundo, ni tampoco que perfile el engranaje comercial mundial sobre la base del tamaño y la importancia global de su mercado.
En otras palabras, EEUU ejerce coerción para obligar a quienes venden a su mercado el que comercien o no con otros, lo que convierte al despacho oval en el centro de la fluidez o el estancamiento de los mercados en todo el orbe.
Pero la distribución del peso específico de cada nación ha cambiado en las últimas cuatro décadas; desde el colapso de la URSS, ahora China se presenta como candidata a competir con EEUU en el escenario económico global. Gracias a su enorme superávit comercial de los últimos años, China se ha vuelto el mayor exportador del mundo y es el segundo mayor importador. A pesar de sus estrictas políticas, el país está bastante abierto al comercio exterior, que representó el 37% del PIB en 2022 de acuerdo al Banco Mundial.
Al ascenso de China se suman nuevos bloques de naciones para antagonizar, en términos comerciales y financieros, con EEUU y sus aliados económicos y políticos.
Dado este escenario, no es de extrañar que EEUU se encuentre en una llamada ‘guerra económica’, declarada o no, contra sus principales contendientes en la carrera por la economía mundial; contienda que incluye bloqueos y medidas coercitivas (llamadas comúnmente sanciones) de lado y lado, cuya principal arma es el dólar y su alcance e influencia mundial. Tampoco es extraño que atacar al dólar sea la respuesta de quienes protagonizan este pulso por la supremacía.
Los flancos abiertos por EEUU
Desde la segunda mitad del siglo XX, EEUU rara vez ha mordido más de lo que puede masticar. Son pocos sus reveces en intervenciones bélicas alrededor del mundo, aunque algunos fracasos resultaron memorables, como el pacto de armisticio que tuvo que firmar con la URSS y los coreanos del norte en 1953.
Otro gran revés fue el giro político de la Revolución Cubana en 1961, seguido de la victoria del Vietcong (Frente Nacional de Liberación de Vietnam) en 1975, una guerra que le costó a la sociedad estadounidense mucho más que la vida de sus soldados, dejando enormes heridas que continúan cicatrizando en la cultura popular.
Del resto, EEUU ha salido ‘bien parado’ en sus ’empresas militares’ por moldear el escenario global, y al respecto, el control financiero mundial siempre jugó a su favor.
No obstante, en lo que va de siglo XXI, los escenarios de las guerras han cambiado para EEUU. La cercanía entre China; industrializada al punto de perfilarse como la principal economía del globo antes de finalizar el primer tercio del siglo, y Rusia; recuperada tras la disolución del bloque soviético de la URSS, al punto de ser la segunda potencia militar y 13ª de las principales economías del planeta, preocupa a Washington a quien sus acciones parecen no dar el fruto esperado.
Un ejemplo de esto es la impotencia de occidente respecto a la guerra en Ucrania, el conflicto bélico convencional más notorio desde febrero de 2022, que a la fecha continúa desestabilizando el continente, cobrando miles de vidas y sumiendo en una depresión la economía del globo.
Aunque EEUU y la Unión Europea imponen a Rusia un número nunca antes visto de medidas coercitivas para debilitar al Kremlin, estas también han causado un daño terrible a las economías de todo el mundo, especialmente la europea que ahora sufre una crisis energética, y parecen impulsar la profunda transformación de la arquitectura financiera mundial.
Otro frente abierto por EEUU, mucho antes de la guerra en Ucrania, es el chino, que se presenta como una guerra no convencional, y de baja intensidad, que durante el gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump, (2017 – 2021) se configuró en un bloqueo sin paragón contra empresas del gigante asiático, con el que impedían el libre comercio de esas compañías, no solo en suelo estadounidense, sino alrededor del mundo.
Se trató de medidas coercitivas que obligaban a miles de negociadores alrededor del mundo a escoger entre comerciar con China o venderle a su principal comprador, que era EEUU.
Pero tras la llegada de Biden a la Casa Blanca las ‘sanciones’ de Trump palidecieron. Un punto álgido de la guerra comercial y política con China llegó en agosto de 2022, cuando la entonces presidente de la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU, Nancy Pelosi, dispensó una visita a la isla de Taiwán, una nación insular que pugna por su independencia política y territorial de China desde el pasado siglo.
La visita de Pelosi significó la movilización de tropas chinas a las costas del estrecho taiwanés y un bloqueo comercial y militar; marítimo y aéreo a la isla. De acuerdo al departamento de estado chino, la visita no había sido autorizada por Beijing, quién se atribuye competencias diplomáticas con la zona en reclamación.
Los ejercicios de guerra con fuego real que practicó Beijing alrededor de Taiwán, enrarecieron la cadena global de suministro de semiconductores y chips, de los que Taiwán y China son los principales proveedores mundiales, creando una crisis de abastecimiento de esos componentes vitales para toda la industria digital en el planeta.
¿EEUU mordió más de lo que podía?
El panorama tras la arremetida económica de EEUU contra Rusia y China dejan al descubierto la complejidad y el delicado equilibrio de la economía mundial dependiente de las políticas monetarias de EEUU y del uso discrecional del dólar con fines políticos dentro y fuera del país emisor.
Por un lado, en el caso de Rusia, cercar al principal proveedor de gas natural para Europa (de manera justificada o no), sabiendo que el gas no sólo es combustible para la energía que mueve a la sociedad y a la industria europea, sino materia prima en la industria de polímeros, significó un descalabro económico para la Unión Europea que golpeó a todos los mercados, incluido el de EEUU.
Además, Rusia y Ucrania son principales proveedores mundiales de cereales. Bloquear económicamente los granos de Rusia, que controla desde el inicio de la guerra los puertos del Mar Negro por donde salen los granos del Este de Europa al Mundo, es un golpe inflacionario global a los alimentos, al que se suma el bloqueo a los fertilizantes rusos que afecta cosechas en todos los continentes.
A eso se suman restricciones al petróleo ruso que impulsaron al alza los mercados energéticos globales. Todo sobre la base de la moneda estadounidense y la amenaza de que, si se tranzan negocios en el SWIFT, sus dólares podrían no serles entregados.
Tal alarde de control férreo desde los centros de poder económico, empujó a países y empresas a buscar opciones ‘descentralizadas’ para evadir la arquitectura financiera mundial.
Los bloqueos de Washington contra Beijing y Moscú, erosionaron también a la Otan, siendo que Turquía, miembro de la alianza y el segundo mayor ejército de los atlánticos, observando el daño que sufriría su propia economía con la aplicación de ‘sanciones’ a Rusia, decidió desoír a sus correligionarios.
Otra nación que decidió no someterse al bloqueo impuesto a Moscú, fue la República de la India; clasificada la 5ª economía en el ranking mundial, la cual siguió comerciando petróleo ruso, y sin giros en dólares, sólo en rublos, como lo exigió el Kremlin tras ser bloqueado del sistema SWIFT.
Incluso se creó disenso en la Unión Europea con la posición de Hungría, que a pesar de la presión desde Bruselas que retiene ingentes recursos que le corresponden como uno de los 27 de la zona euro, sigue comerciando con Rusia, de quien depende energéticamente; mientras que Alemania, que soportaba gran parte de su industria en el suministro seguro de gas ruso a través de dos gigantescos gasoductos, ahora eleva todos sus costos por comprar esa materia prima en otros mercados, y teniendo que añadir procesos a la cadena de producción porque el gas llega licuado en barcos, drama al que se somete la mayor parte de Europa.
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